¿Sirven los rankings para elegir universidad?
Los expertos alertan de que las clasificaciones están pensadas
para las universidades tradicionales

El hecho de que cada ranking, de las decenas que aparecen cada año, indique que la mejor universidad del Estado es una diferente puede generar confusión entre los estudiantes. Cada uno de los rankings valora distintos ítems, a menudo en términos tradicionales, y esto posiciona los centros en diferentes lugares en cada clasificación. Pero, exactamente, ¿cómo hay que leer un ranking? Como estudiante, ¿qué importancia hay que darle?

«Un ranking trata de ordenar un conjunto de universidades según su supuesta calidad. ¿Por qué hay que hacer esta ordenación? Para ayudar a tomar decisiones a los gobiernos, a los estudiantes y sus familias o a los inversores», apunta Nati Cabrera, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y miembro del grupo de investigación Edul@b, que recuerda que los rankings han adquirido tanta popularidad que realmente condicionan decisiones económicamente muy relevantes.

Ante este hecho, los expertos recomiendan no pasar por alto sus «aspectos positivos», pero tampoco sus «grandes carencias». Según explica Cabrera, para elaborar un ranking hay que evaluar previamente la calidad de las universidades y es ahí donde «empiezan los problemas». «Establecer qué es una universidad de calidad no es sencillo, y aún más cuando nos enfrentamos a un conjunto muy diverso de universidades, incluso dentro de un mismo país», afirma la profesora.

Cabrera añade que los rankings nacieron en Estados Unidos a principios del siglo XX y que esto es importante tenerlo en cuenta, porque la mayoría parten de una concepción de la calidad basada en el prestigio de la institución y en la percepción social. Este hecho condiciona qué se evalúa en los rankings y cómo se lleva a cabo dicha evaluación.

Además, la profesora considera que hay que tener en cuenta también el papel que históricamente han ejercido y siguen ejerciendo en la publicación de los rankings algunos periódicos y revistas internacionales muy prestigiosos, como The Times, Sunday Times o Maclean’s —una revista de Canadá—, con intereses económicos alrededor de las publicaciones de rankings universitarios. «Inicialmente, la mayoría utilizaban una combinación de indicadores objetivos con valoraciones subjetivas, sobre aspectos como el profesorado, la biblioteca o el presupuesto». Actualmente -añade- se han ampliado un poco los elementos que se evalúan. Así, el lugar que ocupa cada institución depende de aspectos como los recursos financieros, las donaciones recibidas, los recursos humanos (calidad del profesorado: publicaciones, citas, premios Nobel, etc.), los estudiantes, la selección, las tasas de retención (lo contrario del abandono) y las tasas de graduados.

Incluso, asegura la profesora, en algunos rankings también se han integrado algunos aspectos relacionados con la docencia propiamente dicha, como la ratio profesor/estudiantes. «El prestigio percibido suele representar el 25% del peso total de todos los elementos evaluados, aunque en la actualidad no solo se valora el prestigio entre académicos, sino también entre titulados, empleadores y empresarios en general», apunta Cabrera.

Los rankings, pensados para «medir la ortodoxia»
Para el director del eLearn Center de la UOC, Lluís Pastor, los rankings están pensados ​​para «medir la ortodoxia». «Durante muchos siglos, la universidad se ha basado en el mismo modelo: una persona que instruye a un grupo, con un mismo modelo de clases y de bibliotecas», afirma Pastor, que añade que los rankings se elaboran para «responder cuestiones referidas a las universidades estándar». Según el director del eLearn Center, tras la aparición de la sociedad de la información, han surgido las «universidades singulares», y estas no están bien recogidas en este tipo de ránquines, porque «no responden al modelo de las universidades tradicionales».

Por este motivo, Pastor considera que las nuevas universidades no quedan bien recogidas en los rankings. «Si tienes un sistema para medir mamíferos, pero analizas un pulpo, es evidente que este saldrá mal parado», argumenta el experto. Sobre la cuestión de si hay que hacer caso de los rankings a la hora de elegir una universidad para ir a estudiar, Pastor cree que son «una pista más». Sin embargo, recomienda sobre todo fijarse en otros indicadores. «El mejor ranking es preguntar a los antiguos alumnos dónde han aprendido más y dónde han sido más felices», recomienda, y considera que también es necesario mirar el índice de empleabilidad de las universidades.

¿Qué rankings son los importantes?
Aunque los expertos alertan de que son rankings incompletos, los más reconocidos son el de Shanghái, llamado Academic Ranking of World Universities, el World University Ranking del Times Higher Education Supplement (THE) y el CHE University Ranking. «Un ranking como el de Shanghái da información sobre el prestigio percibido de las instituciones y, por lo tanto, de sus titulaciones, pero una buena valoración no necesariamente se corresponde con aspectos como el modelo educativo o el acompañamiento de los estudiantes, que pueden ser aspectos importantes a la hora de elegir la universidad», opina Cabrera. Sin embargo, para la profesora los nuevos rankings multidimensionales ofrecen una foto con muchas más dimensiones de cada universidad y, en este sentido, cree que pueden ser mucho más útiles a la hora de valorar las diferentes opciones existentes a la hora de elegir una universidad.

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