Petophilia es el término popularmente acuñado para aludir al apego excesivo por los animales


Un término que no está recogido como una patología diagnosticada y, por lo tanto, no existe en los manuales diagnósticos y estadísticos de los trastornos mentales. Lo explica la psicóloga Pilar Conde, para quien no es que el cariño por nuestros perros y gatos haya aumentado en las últimas décadas, sino que la posibilidad de exhibirlo en las redes sociales lo ha convertido en viral.

Perros cantando como Freddy Mercury, gatos que salvan a niños de agresores violentos, tigres que se abrazan a sus “humanos” como si fueran cachorritos de peluche,…¿Quién no recibe, incluso diariamente, videos de este tipo ¿Y quien se resiste a compartirlos en Facebook y en otras plataformas de Internet?

Que son adorables, parece claro, las imágenes hablan por sí solas, pero lo que no está tan claro es el porqué algunos dueños les han dado tratamiento de persona a un Yorkshire o a un gato persa, alojándolos en hoteles de cinco estrellas, con menús de lujo, peluquería y spa.

Para la directora técnica de  Clínicas Origen , Pilar Conde, tras este cariño desmedido, esta pasión, pueden encontrarse varios factores. De un lado, la necesidad de amor incondicional, con lo que éste conlleva de protección, aceptación, y priorización por encima de nuestros semejantes. En ocasiones , explica, puede suceder que las personas que no logran cubrir dichas necesidades en su entorno  traten de compensarlas con estos animales, tratándoles de la misma manera que si fuesen individuos.

De otro lado, una vez más la psicología nos lleva a las teorías freudianas y a cómo proyectamos nuestras necesidades como mecanismo de defensa. En este caso, estaríamos transfiriendo a nuestras mascotas el deseo de sentirnos protegidos frente al peligro.

A partir de estos dos supuestos, se podría hablar de un trastorno relacionado con los animales, “ si se determina que la posible alteración causa un malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, académico, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. “

Al resto de comportamientos, esos dueños que dan besos y abrazos y que hablan por la calle con sus perros sólo hay que achacarles eso, amor, en tanto en cuanto demuestran un  vínculo afectivo que puede tener su origen en muchas circunstancias, pero, sobre todo, en respeto al animal superior en la escala de valores.

Pilar Conde recuerda, finalmente, la importancia de las terapias con animales, una práctica muy utilizada y que ha obtenido grandes beneficios tanto en adultos como en niños. En este grupo de edad, precisamente, se recomienda tener una mascota en la familia, puesto que fomenta la empatía, el cuidado, el afecto y la tolerancia. Valores, en definitiva, que son útiles tanto para el respeto del mundo animal como para la convivencia entre humanos.

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