Familiares separados por medidas de aislamiento perimetral, reuniones familiares limitadas a seis personas, noches de fin año sin fiestas con amigos, abuelos sólos (otra vez)… Estos son algunos de los escenarios sobre los que nos estamos proyectando de manera negativa cuando pensamos en las próximas fiestas navideñas. Sí, en la coronavidad, como ya ha sido bautizada en este 2020 en el que la pandemia se ha erigido como única protagonista.

La situación que vivimos en este otoño de la denominada segunda ola, está produciendo ansiedad, incertidumbre, inquietud e incluso cierto decaimiento, explica desde Clínicas Origen la psicóloga Pilar Conde. Bajo un estado de alarma, con distintas normativas según los lugares de procedencia y cambios continuos en las mismas, es normal, tranquiliza la experta, que experimentemos cierta angustia ante la pérdida de la sensación de control. Estas dudas sobre lo qué sucederá pueden llevarnos incluso a experimentar cierta frustración personal.

Por otro lado, es conocido que en la preparación y durante la celebración de estas fiestas surgen muchas tensiones entre familias, amigos e incluso con la propia pareja, por la conveniencia o no de reunirse con éste o aquel o de celebrarlo en esta casa o aquella.  Esta tensión podría dispararse si se prolongara la norma de restringir las reuniones a grupos de seis personas, por lo que es mejor, considera Conde, no adelantar acontecimientos. Es decir, antes de tratar de organizar la cena de Nochebuena o la comida de Año Nuevo, será mejor esperar a conocer la evolución de la pandemia y las normas al respecto en vigor a finales de diciembre.

De esta manera se evitarán conflictos innecesarios y se paliará la ansiedad anticipatoria. En este contexto, Pilar Conde nos deja otros consejos para ayudarnos a salir airosos en esta Navidad:

 

Pensar en  las maneras en las que la familia se siente unida, y organizar algo en previsión de que no se puedan reunir sus miembros, ya sea de manera presencial u online. 

Mantener los rituales familiares de cada Navidad, adaptándolos a la situación actual. Por ejemplo, si se suele comer un plato típico preparado por un familiar, que este año se conecten todos y sea el autor de la receta quien explique los pasos al resto. 

Buscar alternativas de expresión de afecto y alegría, como cantar los villancicos en una sesión virtual.

Decorar la casa como es habitual, no caer en el “total para qué”. Siempre podemos compartir nuestras fotos en los grupos de what´s up y en las redes sociales.

Cuando se tengan que tomar las decisiones que afectan a toda familia, hacerlo en conjunto, consensuarlas, para que todas partes se sientan implicadas. 

Por otro lado, cada año, estas son fechas en las que muchas personas se sienten tristes, añoran a los que se han ido, y, en esta ocasión, los sentimientos están a flor de piel ante el gran número de pérdidas humanas ocasionadas por la covid19. La recomendación al respecto de cuál podría ser la mejor forma de ayudarles en estos días es preguntarles directamente cómo desean pasar la Navidad y apoyarles, tanto si se quieren aislar como si animan a compartir algunos momentos de celebración.

Estaremos también pendientes de ancianos y jóvenes, dos colectivos sobre los que la opinión pública tiene puesto el foco. En el caso de los mayores, por ser población de riesgo y haber sido las víctimas más numerosas del virus desde el pasado marzo. En el de los jóvenes, por ser un sector al que las autoridades sanitarias tratan de advertir sobre el peligro que suponen las fiestas privadas y las reuniones multitudinarias.

La psicóloga considera necesario un refuerzo en ambos casos. En el primer caso, afectivo, ya que los ancianos han sufrido un periodo largo de separación de sus seres queridos y de privación social. Por lo que nos anima a tratar de hacerles pasar unas buenas navidades.

En cuanto a los jóvenes, más allá de culpabilizaciones, para Pilar Conde, la clave para evitar comportamientos como botellones o fiestas clandestinas, explica, es la cohesión, basada en la responsabilidad y el trabajo de grupo. Así pues, la idea es reconducirles hacia alternativas de ocio de disfrute y de contacto social que no potencien el contagio y el riesgo para la población más vulnerable. 

Por último, tendremos (no hay más remedio) que tener cuidado y evitar las efusiones, besos y abrazos, tan típicos de las fiestas. Desde Origen nos animan a no abandonar nuestra expresividad, pero buscando otras alternativas que no pongan en peligro nuestra salud. 

Pilar Conde es directora técnica de Clínicas Origen


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