Las casas de cambio de bitcoins son hackeables
Las transacciones con la criptomoneda son rastreables

Últimamente, los bitcoins han sido objeto de deseo de los hackers. De hecho, hace unas semanas se produjo un robo masivo de esta moneda virtual en la casa de cambio Bithumb, la más grande de Corea del Sur, en la que piratas informáticos se hicieron con divisas virtuales por valor de más de veintisiete millones de euros. Estos delitos son cada vez más recurrentes después de que a principios de año Japón hiciera frente al mayor robo de la moneda, donde se cambiaron de manos más de 430 millones de euros en bitcoins de 240.000 clientes. Se trata de robos con unas características muy singulares, ya que se hacen de una moneda que no cuenta con representación en el uso y que entra dentro del grupo formado por el dinero virtual, sin el apoyo de ninguna entidad financiera.

El profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC Victor Garcia asegura que el bitcoin es «extremadamente seguro», pero que las aplicaciones que gestionan dicha moneda, como los monederos o los webs de casas de cambio, «son hackeables como cualquier otro web».

La seguridad de estos sitios web, añade, depende de su creador, por lo que su firmeza es totalmente independiente del bitcóin. «Aunque probablemente los webs que dan acceso al bitcoin cuenten con más seguridad que el resto, son hackeados porque la recompensa para hacerlo es mucho más atractiva que la que se obtiene cuando se ataca cualquier otro sitio web popular que no cuenta con ningún objeto de interés para los piratas informáticos», destaca Garcia.

Estos incidentes podrían estar relacionados con la devaluación de la moneda, que ha perdido la mitad de su valor en solo seis meses. El profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC Benja Anglès asegura que esto es debido a que el valor de las monedas virtuales está sometido a la ley de la oferta y la demanda, lo que hace que «sean muy volátiles». «Después de un robo masivo, es normal que muchos usuarios pongan a la venta sus bitcoins por temor a que puedan ser robados, por lo que aumenta su oferta y como consecuencia disminuye su valor», ejemplifica.


¿Una moneda anónima?

Además de los ataques de piratas informáticos para robar bitcoins, Garcia asegura que esta moneda virtual «no es tan anónima como se percibe». «Podríamos decir que es pseudoanónima, ya que en vez de usar nuestra identidad en las transacciones, lo que se utiliza es una dirección extraída de una clave pública que actúa como un alias nuestro», explica. Además, apunta que la cadena de bloques (blockchain), la base de datos donde quedan guardados los datos de las transacciones, es pública, por lo que «cualquier persona puede consultar directamente el valor de las transacciones y los seudónimos tanto del emisor como del receptor».

A primera vista este hecho podría parecer una posible vulneración a la privacidad de los usuarios, pero Anglès asegura que «los datos personales de los sujetos no son violados». «Si bien es cierto que los datos de la transacción son públicos, hay que tener en cuenta que solo se publica el código alfanumérico de la transacción, el importe y los identificadores de los usuarios que intervienen en ella, pero en ningún caso aparecen datos personales o protegidos», destaca el profesor de Derecho Financiero y Tributario.

Ahora bien, Garcia alerta de que si en algún momento un usuario consigue vincular una dirección de bitcoin a otra, entonces «es posible rastrear y descubrir incluso toda aquella información que al usuario le gustaría mantener como confidencial, como por ejemplo, su balance o el origen del dinero». El profesor apunta que esto puede suceder, por ejemplo, cuando una empresa paga a todos sus trabajadores usando una sola dirección. «Si la compañía paga las nóminas a los empleados A, B, C y D y el usuario es el sujeto B, podría ver qué cantidades se ha ingresado al resto de actores y de esta forma podría saber si es quien menos cobra en la empresa», ejemplifica.

Los expertos coinciden en que es difícil predecir el comportamiento que puede tener esta moneda virtual, que se empezó a establecer como sistema de pago en el año 2009. «La falta de privacidad del bitcoin ha sido uno de los motivos por los que han aparecido otras monedas virtuales, como las de Zcash, Monero, Dash o Bytecoin, que se focalizan principalmente en garantizar la privacidad de los usuarios con el objetivo de hacerse un lugar en el mercado», concluye Garcia.

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